2/12/2018

歌舞伎町 -Kabukichou-

-->
Muy buenas tardes radioescuchas, antes que nada gracias a todos los que han seguido este blog, próximo a cumplir 10 años, en esta ocasión y para dejar todo el tintero en las hojas les quiero narrar la peculiar aventura que tuve en tierras niponas hace 2 años exactamente (un 12 de Febrero para mi, un 11 para tierras mexicanas) a modo de variar, subir el tono y dedicarle este escrito a las primeras personas que me escucharon: mis amigos Montcerrat y Raúl, sin mas, les dejo el relato de una aventura mas en Japón.

Sabemos que Japón es conocido por ser una nación de matices, una rica cultura ancestral que choca con la modernidad tecnológica, aceptemoslo, es parte del paraíso que todos deseamos visitar, todo aquel amante de dicho país, sus costumbres, sus arraigos, el lugar donde nacen las animaciones japonesas que nos vuelcan la mente y el corazón con semejantes historias.

Claro, Japón tiene todo para todos los gustos, hasta los mas exigentes y por supuesto, si sabes buscar, también hay un nicho para la diversión adulta si tienes la curiosidad o preferencia por dicho sector del entretenimiento.

De una forma un tanto discreta, Japón y mas en concreto, su capital, Tokio se enmarca como una ciudad en la que por un modico precio puedes adquirir decenas y hasta centenares de dvd’s de actrices amateur o AV Idols que sus fans estan dispuestos a comprar para satisfacer sus mas ansiados instintos.

Claro, el erotismo tambien existe en Japón y como en el resto del mundo, si sabes donde buscar, puedes encontrar niveles de diversión que van desde los infaltables edificios con sus interminables estanterias de videos para adultos hasta diversión en la mas famosa zona de Tokio conocido como Kabukichou.

Ubicado en barrio de Shinjuku, Kabukichou es conocido no solo por ser un territorio custodiado por los famosos Yakusa (la mafia japonesa) entre otros grupos, sino a su vez, una de las zonas con entretenimiento adulto que no todos pueden tener acceso a disfrutarlo, ya sea por el alto precio o por los diversos factores entre los que destacan el que los mismos japoneses sean recelosos y por lo general le impidan este tipo de lugares mas específicos a los extranjeros.

Ya lo saben chicos, si son menores de 18, tápense un ojo y sigan leyendo.


La experiencia.

Dejando de lado la pequeña introducción, vamos al mero mole de esta narrativa, recordando que no siempre hay la misma suerte en todos lados y que hay que tener cuidado con este tipo de sitios.

Kabukichou, como dije, no es un lugar que se tome a la ligera, hay que considerar que dentro de las mafias que controlan la red de chicas de citas o comúnmente llamado, prostitución, comienza un grado en el que hay que saber comportarse y no incomodar a los habitantes y vendedores de la zona.

La tarde del 12 de Febrero del 2016, cerca de las 6:30 pm, un chico japonés, no mayor de unos 26-27 años, aparece de la nada a mi paso, sabe que de un rato para acá busco diversión pero la mera curiosidad entre los espectaculares que cuelgan de los edificios que dejan ver a las estrellas de burdeles, la música y el olor a carne asada  me eran mas que suficiente hasta ese momento, momento que dicho joven aprovecha para hacerme la platica en un ingles tan básico que yo incluso pude defenderme de la mejor forma y entender que no precisamente se me acercaba a venderme aspirinas.

Luego de un rodeo y su oferta por ser un viernes con un flujo de gente cargado, se inclina a preguntarme si no me gustaría conocer su catálogo de mujeres, A, AA o las costosas AAA, yo me hice de la voluntad debil y después de unos segundos pensarlo me animé a decirle que si al fin y al cabo ¿por qué no? Pero claro, nunca se tiene suficiente dinero, por lo que mi opción fue la estándar AA a lo cual me sonrió y me pidió seguirlo.

Bastó un par de calles, llenas de música por los distintos bares y antros nocturnos para llegar a un edificio blanco del cual salió otro chico con un celular más costoso que el de mi guía. Ya con el equipo en mano, me empezó a mostrar el abanico de mujeres asiáticas que manejaban. Amigos lectores, no les voy a mentir, la adrenalina estaba al 100%, dentro del edificio, en el lobby había algunos caballeros con traje que se veían algo serios y miraban de reojo a su servidor el cual, después de algunos pensamientos, consideró que aquello ya no era buena idea en un principio. Pero no había marcha atrás y seguí barajando las imágenes en el smartphone. De pronto ahí la vi, una chica de senos entre la generosidad de una talla 86 a 80. Facciones finas, una sonrisa increíble y piernas bien torneadas, su piel gritaba inocencia y su mirada, perversión determinada, ella sabía dominar hasta por medio de una simple foto.

Si se preguntan si pude solicitarle una foto de ella a los guías lamentablemente me dijeron que no se podía, políticas del negocio según ellos, que mas quisiera haber tenido una foto a la mano pero como les dije esto al parecer es un negocio muy controlado y me reservé cualquier actitud impulsiva que atravesaba mi mente, al recordar que esto era un terreno mafioso y que la menor provocación o malentendido podría generarme no solo un encuentro con las autoridades sino hasta la prohibición de entrar al país en algún otro momento.

Kabukichou... el barrio rojo.

Accedí al pago inicial pactado con el primer chico el cual se despidió dejándome en manos de uno de los chicos trajeados y el segundo chico del smartphone, con los cuales entré al edificio. Sin mayor rodeo llegamos al séptimo piso de dicha construcción, donde un hombre, con camisa a rayas y tirantes, de barba pronunciada y calvo, de complexión robusta y semblante serio e inexpresivo me solicitó el dinero pactado, acto inmediato de dárselos me sonrió y me invitó a pasar a una sala estilo lounge donde de un lado estaba un conglomerado de chicas de una variedad muy rica, delgadas, altas, llenitas, ganguro y de entre ellas se levantó ella, se acercó a mi y con una sonrisa ya me estaba llevando al asiento del otro lado del lugar para estar mas a solas.

La platica fue algo breve, sus gustos, los míos, lo que me gusta hacer sobre la alfombra y que tipo de mujeres me atraen. Como en todo buen burdel mexicano, uno debe invitarle la bebida a su acompañante, gesto que no negué y despues de las bebidas seguimos charlando, con el pequeño detalle de que el monto que ya había pagado antes era solo por el acceso al edificio, por lo que, con el pequeño desencanto me solicitaron el pago debido por el "servicio de acompañamiento" de la chica. Yo en ese momento estaba justo de dinero, por lo que tuve que comentarle tanto a ella como al chico de traje que estaba atendiendonos que necesitaría un cajero, al principio no pareció hacerle mucha gracia al chico de traje pero ya estabamos encarrerados por lo que accedieron a acompañarme a un cajero que quedaba justamente fuera del edificio en una tienda de conveniencia.

Las chicas de la vida elegante en Japón, esperando por la clientela.


A estas alturas de la aventura yo había casi olvidado el porqué estaba ahí y solo pensaba en como darles las gracias y cortar por lo sano el asunto, siendo que ya me olía en donde me estaba metiendo o mas bien con que grupo de gente andaba yo pactando.

Luego de haberles pagado el dinero pactado y que incluía impuestos porque claro, supongo que los Yakuza también los pagan, podrán ser opresores, rateros, comunistas, pero nunca estrellas de cine porno... oh esperen... yo estaba a 5 centímetros de despedirme tanto del guardaespaldas como de la chica cuando de pronto entre ellos 2 hubo un pequeño diálogo, un intercambio de miradas hacia mi y de pronto el guardaespaldas se fue, mi chica me sonrió y tomándome del brazo nos perdimos entre otros edificios contiguos por las calles del ya mencionado distrito rojo.

Cuando llegamos al destino, un edificio azul con las ventanas en color blanco no pude evitar leer en letras rojas “HOTEL” en la fachada, lo que significaba una sola cosa, el momento había llegado. Entramos, sin mayor miramiento, dejamos atrás en la entrada a una nueva parvada de muchachos de diversas calañas con sus llamativas ropas, costosas por lo poco que pude ver antes de meterme al elevador con mi acompañante.

El lugar es una imagen y mezcla de situaciones que no podré olvidar, parecía sacada de una animación mal trechada, una mezcla de antro mexicano e improvisación bien ejecutada: Al salir del elevador solo habia un pasillo construido por muros de madera triplay, un señor de aproximadamente unos 65 años miraba un programa de variedades muy desinteresadamente en una televisión antigua algo amarillenta, mi acompañante le pidió un cuarto en el área contigua del piso así como unos condones (los cuales claro uno que va a saber que se va a meter en esos líos y traer condones) y acto seguido el hombre le dio una llave con una ficha y un numero marcado en esta. Mi acompañante me guió por otro pasillo de madera el cual estaba repleto de habitaciones, un olor un tanto peculiar (si amixes, olía a sexo…) y pequeños gemidos que provenían de puertas que nadie en su juicio abriría de saber que hombres mal encarados u otras situaciones se encerraban detrás de cada una de ellas con su número marcado.

Mi chica solo abrió la puerta que correspondía a nuestra habitación y me sorprendí bastante de ver que el lugar no se veía tan “deplorable” como yo creía. Una cama individual, muy limpia, sabanas impecables, un mueble tocador donde poner tus pertenencias, un perchero para tu ropa y una canasta con algunas lociones, un gel sanitizante y una toalla que parecía haber estado en un calefactor pues estaba tibia al momento de tener yo, contacto con ella.

Un poco de humo del cigarrillo, y varios olores mas.

La chica AA cerro la puerta, se dio media vuelta y me sonrió nuevamente, esa sonrisa que si bien me había matado en foto, me había revivido en ese preciso momento. Se acercó lentamente y me desabrochó la chamarra… entendí el juego y entre pequeños comentarios y bromas, siempre en ingles, me quité mi pesada prenda para después colgarla en la perchera… acto que me dejó fuera de la vista de mi acompañante a la cual, después de volverla a visualizar ya no tenía su chamarra gruesa y dejaba ver un excelente bra de color blanco como ropa interior, prenda que admiré muy poco pues dejo ver todo el encanto que la caracterizaba en vivo y en directo .La acción había empezado y yo estaba en primera fila, con los pequeños gemidos, risas y unos beats de parlantes muy gastados como música de fondo en aquel lejano lugar a quien sabe cuantos kilómetros de mi tierra natal.

La chica supo hacer maravillas, sus manos me rodeaban y a la vez yo usaba a modo de desestresante sus bien dotados pechos los cuales eran 100% naturales, cosa que agradecí ya que los operados no son mucho de mi agrado. Ante todo tuvo la gran delicadeza de usar la toalla humeda para limpiarme (si, ustedes saben donde exactamente) cosa que me recordó la estricta limpieza de los japoneses, no solo para la cultura general en la ciudad, sino hasta para este tipo de situaciones. El juego, el toqueteo y todos los pequeños detalles y mimos eran muy bien recibidos tanto por mi como por ella, siendo que esta ultima me había dejado un detalle muy en claro el cual les comparto si en algún momento llegan a requerir de estos servicios: Normalmente las scorts japonesas no pueden tener una penetración total con los hombres extranjeros y aunque puede haber uno que otro lugar donde si lo permitan, son contados por lo que he escuchado.

Yo daba rienda suelta a la imaginación, la mar de sudor de ambos hacía mella y de un momento me tumbó en la cama para poder hacer uso de sus habilidades lingüísticas, ya que, no solo sabía hablar ingles. (?)

No puedo negar que había sido una experiencia muy particular y fuerte en el sentido del pico del momento, ¿se debería a las habilidades de mi acompañante? Tal vez la respuesta es mas que obvia, pero fuera de lo vivido, es algo para recordar siempre.

La gama de sensaciones (?) me había dejado ido, prácticamente nunca supe que hizo para dejarme viendo estrellas, pero les confieso, es real y verídica esta historia. Poco después de preguntarme como estaba y si no necesitaba nada me sonrió para de nuevo guiarme como al principio por los pasillos de triplay y depositarnos en el elevador, donde con una sonrisa picara y un beso en la mejilla me dijo: "Muchas gracias por venir, espero que Japón te haya gustado y ojalá regreses pronto... ah, por cierto, mi nombre es Alice"



Hasta aquí dejamos este turbio relato estimados radioescuchas, vivan todas las experiencias que puedan, disfruten lo bueno de la vida y no se arrepientan, ¡nos vemos!

No hay comentarios:

La bizarra odisea Joestar.